Don Roberto va por el PAN


Una de aquellas noches tampiqueñas, humo y licor de por medio, el colombiano Juan Manuel Roca puso fin a nuestra velada diciendo: "A veces nos acostamos creyendo que somos Shakespeare y amanecemos sabiéndonos Chespirito".
Debo admitir que, a pesar que entendía la verdad de su sentencia, me resultaba un tanto incómoda por la condición mediocre a la que esa comparación reducía al creador de El Chavo del 8, el programa cómico preferido por muchos mexicanos de mi generación.
Quizá por pertenecer a esa camada de niños barrigones y piojosos que, al igual que el entrañable personaje, compartían el patio de una ruinosa vecindad de la colonia Hidalgo a mediados de los setentas; con excepción de El Chanfle, El Charrito y un tal Chambón que bailaba tap, siempre me cayeron bien los personajes de Chespirito, desde El Chapulín Colorado hasta El Chómpiras, pasando por El Dr. Chapatín y Chaparrón Bonaparte. No así su autor, quien me pareció entonces, y ahora mismo, un hombre demasiado afecto al homenaje y a la falsa modestia. "Se cae para que lo levanten", dijo más de tres veces Florinda Meza, su esposa, en el célebre programa nocturno de Verónica Castro.
No es ése, sin embargo, el motivo de este texto, sino la difusión, durante estos últimos días, de un promocional donde nuestro comediante mejor nos invita a votar por el PAN. Un recurso muy poderoso, creen algunos, considerando la enorme influencia que los personajes más logrados de Roberto Gómez Bolaños aún suelen tener en grandes sectores de la población. Un recurso determinante, podrían pensar los que recuerdan a Chespirito apoyando la campaña de Vicente Fox, quien finalmente ganó la presidencia en el 2000; un recurso más, diría yo, ahora que todos se han lanzado en contra de AMLO.
Sin embargo, no estaría de más observar que la nueva fanaticada de El Chavo y El Chapulín manifiesta una clara (y entendible) dificultad para relacionar a Don Roberto con aquellos personajes, de modo que cabría preguntarse qué tanto pueda influir el llamado de un Chespirito anciano en los admiradores de aquél otro Chespirito. No olvidemos además que, quienes sí relacionan a Don Roberto con aquél Chespirito de 70's y 80's; aquella población que creció con El Chavo, que vivió la misma miseria, que sufrió igual discriminación, que también sorbió las lágrimas del hambre y los mocos del frío ante la mirada burlona de ricos auténticos y fingidos, es la misma gente que ahora revive aquellos reclamos desde las trincheras del candidato perredista.
De la legitimidad de la convocatoria no diré nada; cada cual tiene sus motivos para elegir al que juzgue mejor y para promover el voto a favor de su candidato, pero prefiero quedarme con la imagen de aquel Chespirito anterior a los noventas, cuando aún no sabía de las feroces disputas que nuestro héroe sostuvo con sus amigos por dinero (mucho, por cierto, así que bien podemos justificarlo), cuando la prensa amarillista aún no especulaba sobre una supuesta manipulación conyugal, cuando nuestro amado Chavo todavía vivía en el patio de los pobres.
No, no se le chispoteó a Don Roberto, aunque algunos quisiéramos pensarlo así; tampoco se trata de una chiripiolca. Su aparición en el promocional (acaso pagado por él mismo, en todo caso está en su derecho) es, simplemente, el rayo descuajaringador que el PAN o Felipe Calderón (o "ambos cuatro") guardaban bajo la manga para acabar con el candidato perredista. Ese intento quedará, sin embargo, como un chistorete más de esa campaña que ha superado a Don Roberto en gracejadas y absurdos.
"No hagas caso, la gente sigue diciendo que tú y yo estamos locos".

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