La Blum llama a tu puerta



"Cuando regresamos a la habitación de mi madre, la encontramos dormida. Tiene la boca entreabierta y respira inquieta. Hay un ligero olor a vinagre en el ambiente. El doctor abre la puerta y nos hace una señal para que salgamos. Nos informa que es un hecho que mi madre tiene cáncer, y que aunque han retirado los tumores, el mal ya se ha esparcido a otras partes de su cuerpo. Roberto es el que hace preguntas acerca de tratamientos, la mitigación del dolor, otras opciones.
"¿Y cuánto tiempo le queda?", interrumpo.
El médico y Roberto me dedican una mirada que pasa en segundos de la sorpresa al desprecio. Desde luego, es algo que cualquiera se cuestiona cuando se le informa de la enfermedad terminal de un pariente, pero poner palabras a esa duda es como empujar a alguien desnudo al frente de un escenario. A mi hermano y al hombre de la bata blanca, con todos sus estudios, sus matrimonios, sus hijos, sus casas que funcionan porque hay una mujer a cargo, les resulta muy fácil juzgarme por la pregunta. En su mundo masculino nada es más lógico que la soltera se ocupe de la madre moribunda. Para ellos soy una hija genérica, nada más. No conocen la bodega llena de maletas sentimentales que ambas guardamos. Están llenas de moho, polvo y rencor."

Vidas de catálogo.
Blum, Liliana V.
FETA (2007). México. 76 p.

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