El fin

Con el ajetreo de los últimos días, poco había reparado en el mundo que se extiende fuera de mi habitación. Sentía el infame calor, pero nada más. Hoy, con el pretexto de cobrar unos cheques, tuve algo de tiempo para recorrer el Naciones Unidas, lo que equivale a echarle un vistazo a la pequeña ciudad. Vi de cerca la Sierra Madre, la vi de otro color; lo que antes lucía verde o azul ahora tiene un aspecto pardusco, tirando a amarillo. Vi también un par de huecos del color de la ceniza, semejantes a las huellas de un padecimiento capilar. En el denominado corredor ecológico los árboles parecen pequeñas llamaradas. Aquí de veras hace calor, y no hay asomo de cuándo esto pueda cambiar.

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