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Ahora el ángulo de la cámara está fijo en un punto. La cámara permanece inmóvil, enfocando frontalmente, un poco por debajo, al "hombre sin rostro". Enfundado en su traje marrón y totalmente quieto, el hombre mira a través del cristal, desde el tubo de rayos catódicos, hacia este lado. Es decir, que está mirando de frente, desde el otro lado, hacia el interior de la habitación donde nos encontramos nosotros. Sus ojos permanecen ocultos tras la misteriosa máscara brillante, por supuesto. Pero, a pesar de ello, podemos sentir vívidamente la presencia, el peso de su mirada. El hombre observa con una decisión inquebrantable algo que tiene ante sí. A juzgar por la inclinación d ela cabeza, parece que esté mirando la cara de Eri Asai. Reseguimos con cautela esta hipotética mirada. Sí. No cabe la menor duda. Lo que el hombre de la máscara mira con sus ojos informes es la figura durmiente de Eri. Quizá sea eso lo que ha estado observando desde un principio. Ahora, por fin, lo hemos comprendido. Él puede ver lo que hay aquí. La pantalla del televisor funciona como una ventana abierta hacia este lado, hacia la habitación.

Haruki Murakami
After dark
Traducción de Lourdes Porta,
Tusquets editores, 2009, México, 248 p.

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