Prueba de fe


Tan sencillo es perder la fe como recuperarla, o al menos eso piensan los creadores de películas como Signs o The Reaping, ésta última comercializada en México y en otros países de América como Prueba de fe. Es tan fácil perderla, dice Ben/Idris Elba, personaje secundario en este filme. Quizá tenga razón, casi me han hecho perder la fe en Hilary Swank y en el cine de horror.

Se necesitaron al menos tres profesionales –los gemelos Carey y Chad Hayes más Brian Rousso- para confeccionar un guión a partir de otras diez mil películas similares. Si diéramos un repaso a las Scary Movies no encontraríamos tantas referencias a The Skeleton Key, Signs, The Ring, Rosemary’s Baby, The Seventh Sign o la adaptación de una novela de S. King cuyo nombre prefiero no recordar.

La película, catalogada como Thriller supernatural, tiene una historia básica. Una pastora protestante, Katherin Winter/Hilary Swank, luego del asesinato de su familia (hija y esposo) en Sudán, a manos de un fanático religioso, se convierte, en cosa de cinco años, en la más renombrada refutadora de milagros. Por esta última razón –en apariencia- es buscada por Doug Blackwell/David Morrissey, maestro de ciencia en la escuela de Haven, pueblo marginado en todos los sentidos, para encontrar explicaciones científicas a lo que allá está aconteciendo a raíz de la muerte de un adolescente. A saber, el río se entintó de sangre, llueven los sapos, el ganado enloquece, los alimentos se agusanan, los niños se llenan de piojos… Haven, ya se ve, es azotado por las diez pestes bíblicas; sólo que, a falta de Moisés, el castigo lo dirige esta vez una puberta a la que todos culpan de asesinar a su hermano, quien luce en la morgue (o lo que en vez de eso tenga este pueblucho) como si lo hubieran sacado de The Ring. De nada servirán los esfuerzos de Katherin por encontrar una explicación racional, los hechos la pondrán de cara otra vez ante su misión divina: proteger al ángel exterminador de una milenaria secta satánica.

A la oscarizada Swank (Boys Don't Cry es lo mejor que le he visto) le llegó este guión días antes de recibir el premio de La Academia por su actuación en Million Dollar Baby y desde el principio se prendó de él (quiero pensar que no había visto otras películas de terror). El rodaje, dice el director, Stephen Hopkins (ajá, ése), se llevó a cabo en lugares de Luisiana, Austin y Puerto Rico, aunque debió suspenderse alguna vez por la irrupción del huracán Katrina.

En sus primeros minutos el filme nos muestra un pequeño, humeante y apestoso pueblo latinoamericano al que titula como Concepción, Chile, donde los pobrecitos católicos creen que el exudado de un incorrupto cura -difunto hace cuarenta años- puede remediar sus dolencias. Cinco minutos (no de la peli, sino de la historia) le bastan a la científica para deshacer ese mito. En mi vida he visitado Chile y supongo que los realizadores de esta película tampoco, porque los supuestos habitantes de ahí hablan como mexicanos y los chilenos que conozco –los que viven en Ciudad Victoria- jamás han hablado así.

Quizá eso sea lo de menos, pero se relaciona demasiado con un discurso también básico: la pobreza y la ignorancia de ciertos pueblos es el caldo de cultivo donde la milagrería germina, aprovechada por los oligopolios para disimular los evidentes efectos de la polución que ellos dispersan en esas regiones del planeta. En esta historia, esa marginalidad, cebada entre la discriminación y el fanatismo religioso, no obstante que se utilice un -acaso inexistente- pueblo gringo, convierten a toda una comunidad en un solo ente diabólico. ¿Algún parecido con el discurso de Bush?

Pese a todos los pesares la película entretiene, poco importa que sea tan predecible, que se abuse del sonido para crear la sensación de terror, que el final (el mero final, no el otro) sea tan flojo y que se traten de explicar todos los vuelcos repasando las pistas por si alguien no hubiese entendido a la primera. Poco importa también que veamos los mismos efectos especiales que en The Ring o The mummy. Las langostas que se posan en Swank son auténticas, se defenderán los realizadores. Quizá eso sea lo único original de la película. Algo sin embargo es irrefutable: se necesita muy poco para destruir la fe.

The Reaping. Warner Brothers. EEUU. 2007.

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