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"DOS AÑOS ASISTIÓ A UNA ESCUELA donde le mostraron la manera como se deben manejar las metáforas y las metonimias, sin abusar de ellas, y le hicieron memorizarse los elementos que requiere un texto para ser cuento. Aprendió a redactar guiones de cine, radio y televisión; obras de teatro y ensayos. Supo que palabras como fue, dio y vio ya no llevan acento, y que extrañamente rió aún lo mantiene; que desapareció la be de obscuro; que el adjetivo, cuando no da vida, mata; que los adverbios terminados en mente no deben emplearse frecuentemente; que pues bien, yo necesito decirte que te adoro ya no hace suspirar a nadie; y, muy a su pesar, se enteró de una verdad que en un principio le inquietó al punto de suponer que el maestro le mentía, pero que con el paso del tiempo y lecturas prestadas terminó por aceptar; una verdad que le dejó sin dormir varias noches sumido en la decepción y resuelto a nunca escribir otro verso: la poesía ya no era rimada."



David Toscana. Lontananza.
Editorial Sudamericana. 2003. México. 115 pp.

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