Los niños y los borrachos...

El otro día estuve leyendo el blog de Liliana V. Blum. Hablaba de cómo su hijita a menudo la pone en aprietos haciéndole preguntas que exigen mucho más que un "sí", un "no" o un "quizá". No me sorprende demasiado ese modo de preguntar ni las aseveraciones con las que la pequeña atormenta a mi amiga porque hace unos años, cuando Daniel, mi sobrino, contaba unos cuatro, protagonizó con mi madre el diálogo que pondré abajo.

Antes debo agregar que doña Juana es una vecina de mis padres, ya muy entrada en años, a quien la vida le arrimó una joda tras otra y que, de hecho, su vida está (bastante mal) retratada en uno de mis cuentos.

El diálogo iba más o menos así:

DANIEL: Abuelita, ¿verdad que cuando yo cumpla quince años tú ya vas a estar muerta?
DOÑA AURELIA: No, hijo, ¿cómo crees? Cuando tengas quince años yo voy a tener sesenta.
DANIEL: ¿Sesenta? ¿Eso es poco?
DOÑA AURELIA: Pues... no sé... Voy a estar como doña Juanita.
DANIEL: Ay, abuelita. ¡Pero si ya estás como doña Juanita!

Lo que me queda claro es que a Liliana le darán material para muchos libros.


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