El caos reina

EL ÚLTIMO CUARTO DE 2008 Y LA PRIMERA MITAD DE ESTE AÑO estuve participando en un proyecto didáctico. La intención era producir un libro de texto que funcionara igualmente bien (o mal) para todos los planteles de educación media superior de Tamaulipas. Había, entonces, un representante de cada subsistema de EMS en el equipo. Por la DGETI participaba la maestra Norma Débora Treviño, una destacada investigadora de este lado del país. Cierta ocasión, a una sugerencia mía (que no viene al caso describir), la maestra Débora respondió: "Lo que propones es inmoral, sucio e ilícito: hagámoslo".
Hoy, al terminar de ver Anticristo (Estados Unidos-Francia-Suecia-Alemania. 2009), la polémica película de Lars Von Trier, no pude dejar de recordar la frase aquélla.
Y es que a pesar de ser una historia rotundamente misógina (desde el título), de tener más de un lapsus de humor, algunas escenas de violencia innecesaria y otras por completo absurdas; a pesar de que la trama no es convincente (ni tendría por qué serlo), la película no me deja, para nada, insatisfecho. Creo que esto último que he dicho es la manera precisa de explicar mi experiencia con este filme.
Si quisiera centrarme en la belleza me quedaría con prólogo y epílogo, pero los cápítulos interiores también tienen lo suyo. Y en esta parte no creo que tales secuencias (que algunos llaman hiperestéticas) estén de más. Claro, la trama deja lagunas y los diálogos parecen forzados; también me parece forzado el desenlace, pero entre una cosa y las demás, hay elementos de gran fuerza (¿expresiva, interpretativa?, no sabría explicar, lo que si sé es que uno se emociona hasta la náusea) que no deja dudas respecto a que estás mirando una obra artística y no una película más.


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