Cada chango a su mecate

Cuando llegué al Centro Universitario me di cuenta de que de nada valió salir tan temprano de mi casa. Había una fiesta (reinado, candidatura, qué sé yo) en Derecho que impedía el tránsito en los alrededores del Centro de Excelencia, donde se transmitirían las lecturas del Festival Internacional de Literatura Letras del Mundo en Tamaulipas. Por fin pude abrirme paso entre los ruidos de automóviles, gritos, porras, una que otra mentada de madre y la música que acompañaba los alegres movimientos de tres chicas de muy buen ver que bailaban allá en un templete situado en el centro de la explanada de esa Unidad Académica. Batallé tanto para encontrar estacionamiento que, a esa hora, me imaginé a reventar el Centro de Excelencia; digo, nunca falta el director de facultad o maestro de Español que obligue -invitación de la autoridad de por medio- a uno o dos grupos de estudiantes a chutarse las lecturas. Nada de eso, en el auditorio estuvimos tan sólo tres personas. A que no adivinan quiénes eran los otros dos. Uh, estaba demasiado fácil. Claro, Alfredo Marko y la Ireniux.

La noche fue muy buena, después de todo. Angélica Aragón se demoró, así que el programa debió empezar unos minutos después de la hora programada. Pudimos entonces disfrutar del talento de David Toscana, Edoardo Sanguineti, Orlando González Esteva y Martín Solares. El primero leyó algunos fragmentos (muy bien escogidos) de El ejército iluminado. Como todos saben, yo no entiendo mucho de poesía, pero los textos que leyó el italiano esta noche me han dejado en embeleso. No sé ustedes, pero a mí esos dos me han parecido lo mejor de esta noche. Ya veremos mañana.

Comentarios

ellb dijo…
Te faltó agregar que la organizadora no te dejaba concentrarte. O más bien al pobre de Marko, interrumpiéndolo con múltiples mensajes por el celular. Y aún así triunfó el bien.

Gracias por asistir!

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