Diferencia entre lo finito y lo que no



"Toda obra estaba hecha para acabarse,
para callarse en un silencio
donde la palabra infinita
iba a retomar su soberanía".
M. Foucault.










Ocurre con marcada regularidad que nuestros amigos nos proporcionan momentos de inevitable orgullo. Ha de ser porque Hulk suele rodearse sólo de gente interesante.

El Festival Internacional de Literatura organizado en Tamaulipas, que por celebrarse invariablemente en Tampico en su primera versión (de cuatro años) se llamó "Letras en el Golfo" y posteriormente, en un efímero intento de extenderlo a otras ciudades de la entidad ostentó un nombre más sangrón: "Letras del Mundo", murió a principios de este año entre sollozos y suspiros de quienes juraron que el finado festival se cancelaba no por significar un gasto millonario focalizado en el puerto sin claras repercusiones en la cultura estatal ni local, sino, muy contrariamente, por haber cumplido a cabalidad con dos nobles objetivos: promocionar a Tampico como un puerto cultural y contar con la cara presencia (y nada más) de un centenar de escritores de fama mundial.

Pues bien, ante los insistentes reclamos de la comunidad (no precisamente de la comunidad artística), el festival retornó en un formato muy inferior en lo que concierne a gastos por honorarios y publicidad, pero muy ambicioso y efectivo por cuanto se refiere al fomento de la lectura. Y me llena de particular orgullo y regocijo saber que la idea original, así como la organización de ese festival es de Elín López, una de las dos (o tres) personas que hacen algo por la cultura en este sucio agujero.

"La Palabra Infinita", el festival que dio inicio anoche en esta ciudad, pero que tendrá actividades simultáneas durante la semana en Reynosa, Nuevo Laredo y Tampico, además de este sucio agujero, contará con las participaciones de escritores tamaulipecos (Juan Miguel Pérez Gómez, Gloria Gómez Guzmán, Arturo Castillo Alva, Juan Jesús Aguilar, entre otros), nacionales (Raquel Huerta Nava, Eve Gil, Liliana Blum) e internacionales (Eduardo Milán).

Y esto es lo importante:

A diferencia del festival internacional que se había venido desarrollando, ése que consistía en la concentración de una veintena de escritores en un hotel de lujo, donde no hacían mucho más que dar entrevistas y leer ante un público reducido unos veinte minutos en toda una semana, este nuevo festival centra su actividad en las escuelas de nivel medio superior, ahí donde una lectura, una charla o una conferencia, pueden generar cambios sustanciales. Eso precisamente, charlas, conferencias y talleres, es lo que se estará desarrollando en centros escolares y en auditorios públicos. Eso, precisamente, es lo que yo llamo un festival de literatura.

Porque no es a través de una pasarela como se pueden generar cambios en los niveles de lectura de una sociedad cualquiera; hacen falta talleres, hace falta la interacción de los jóvenes con los creadores, hace falta que las bibliotecas estén actualizadas. Hace falta, en conclusión, que los recursos se gasten en acciones de fondo y no en actos publicitarios.

Este nuevo festival, estoy seguro, tendrá repercusiones de mayor alcance en la vida cultural de Tamaulipas. Por más que algunos necios lloren la cancelación de un festival oneroso que servía tan sólo para llenar de firmas un álbum biobibliográfico y tomarse una foto con algún escritor internacional al que tal vez nunca leyeron.

Y ya que hablo de todo esto, un anuncio debo hacer:

Mi amiga Liliana Blum; ganadora, entre otros premios, del Certamen Regional de Cuento "Juan B. Tijerina", en su edición 2006, estará mañana en el Museo de Historia Regional de Tamaulipas, compartiendo una charla acerca de la lectura. La cita es a las diecinueve en punto.

Hulk estará en esa misma mesa, pero sólo para cargarle el portafolio a Liliana.

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