Angustioso

A Geney Beltrán lo tengo por un tipo inteligente, talentoso, audaz y contestatario, además de ser moderadamente divertido. Me provocó una secreta envidia la vez que mandó al carajo el empleo que tenía (que yo sepa lo ha hecho un par de veces) y se dedicó a hacer lo que le vino en gana, y aunque suene mal, a realizar sus sueños. La última me lo encontré en Guadalajara, presentando la colección de PÁRAMO EDICIONES, su editorial. Ahí me regaló un ejemplar de Angustia, de Graciliano Ramos. Un librazo que les recomiendo.




Moisés comenta el diario. Nunca vi a nadie leer con tanta rapidez. Recorre las columnas con los dedos y se detiene en el punto que le interesa. Balbucea, saltando líneas, aquella prosa en lengua extraña, relaciona el contenido con lecturas anteriores y sigue adelante. Es un dedo inteligente el de Moisés. El resto del cuerpo tiene poca importancia: los hombros estrechos, encorvado, los dientes que se muestran en una sonrisa fija. Lo que importa es el dedo. El dedo y la voz sibilina, descontenta, anunciando desgracias siempre. Moisés es una coruja. Piensa que todo se terminará, todo, empezando por su tío que explota a los clientes. Y yo creo en Moisés, que no fundamente sus opiniones en la palabra del Señor, como los antiguos: cita libros, argumenta. Predica la revolución, en voz baja, y tiene los bolsillos llenos de folletos incendiarios.


Angustia
Graciliano Ramos
Páramo ediciones, 2008,
traducción de Cristina Peri Rossi. México. 198 p.

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