Los chochentas

Cuando uno empieza a recordar este tipo de cosas es que valió un punto menos. Hoy, mientras tomaba la foto de un cardenal que se posó en un arbotante, me sorprendí cantando: "Yo, Ecoloco, tiro arbolitos junto con flores y pajaritos; riego basura, cáscaras, lodo, yo contamino y ensucio todo".
No sé cuántos años contaría yo aquel abril. Siete o tal vez ocho. La esposa del gobernador trajo esa vez, para todos los niños, al elenco de "Burbujas", que se presentó en el estadio Marte R. Gómez. La maestra Carmelita nos llevó en un bus destartalado y nos acomodó en "sol general". Ahí esperamos tres horas, mordisqueando unas cosas que parecían mazapanes pero las llamaban chocolates, aunque no sabían a lo primero y mucho menos a lo segundo. Teníamos que comerlos pues estaban fortificados con vitaminas y calcio. Por eso y porque los enviaba doña Carmen desde la capital. Llegaron Patas Verdes, Pistachón Zig-zag, Mafafa Musguito y otros dos o tres. El espectáculo debió ser estupendo, aunque desde las graderías yo no alcanzaba a distinguir mucho más que el sombrero del Ecoloco, que salió volando en el momento climático que los secuaces del Profesor A. G. Memelovski, con total alevosía, lo llevaban a la ducha.
Meses o años más tarde (lo cierto es que no puedo ubicar este episodio en el tiempo), estuve en otro estadio, esta vez de beisbol, viendo de lejos y escuchando a una chiquilla (no recuerdo su nombre) que se hizo famosa por cantar una canción de despedida para René, el primer exmenudo.
Caramba. Cuando uno se acuerda de esto es que la decrepitud está llamando a la puerta.

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