Dos manifiestos



Cómo destruir un gobierno del cambio en sólo cinco pasos
(de todo un maratón)



Todo es cuestión de encumbrar a un hipócrita, lo demás se dará como una consecuencia natural.

1) No hay que olvidar que en un régimen democrático el gobernante propone y los legisladores disponen. Tampoco olvide que si los legisladores no disponen lo mismo que usted, siempre podrá echar mano del poder judicial, de los medios de comunicación o del veto.

2) Un nuevo vocabulario no nos vendría nada mal. Puede comenzar agregando al diccionario regionalismos tales como "tepocata" o "changarro", podrá luego dar el salto y modificar algunas palabras ya existentes, puede decir, por ejemplo, "negocía" en vez de "negocia" o "Borgués" en lugar de "Borges"; pero sea usted ambicioso, ejercite su creatividad, a los delitos políticos puede llamarlos "crimen organizado", a los candidatos llámelos "populistas" y al autoritarismo dígale "estado de derecho".

3) En los tiempos modernos, usted puede declarar frente a las cámaras de televisión cuánto respeta la libertad de prensa y demandar, al mismo tiempo, a los periodistas que ventilen asuntos cuasiprivados de usted o de su pareja. Agregará un toque de elegancia si además descalifica al semanario completo en alguna ceremonia oficial.

4) En cuestiones de religión no hay que ser tan laico ni tan tolerante. Aplique el primer consejo para su propia iglesia y el segundo a las asociaciones ajenas. Haga el bien hasta que duela, devuelva a la iglesia católica los derechos que por voluntad divina le corresponden; pero quede claro: a ésas sectas adoradoras de monigotes fantasmales, lo mejor será revocarles el permiso.

5) Sí, desde luego, los trabajadores deben gozar del derecho a organizarse, pero son tan ingenuos que no sabrían elegir bien a sus dirigentes. Un buen gobernante debe ser capaz de proveerlos de líderes competentes. Haga lo posible para que acepten de buen grado al líder sindical que usted les imponga, pero si no lo consigue no dude en utilizar la fuerza, ya comprenderán después que todo lo hizo por el bien de ellos.

Si después de esto ya no se le ocurre nada, no se preocupe, consulte a su señora, ella siempre tendrá una idea para ayudarle a destruir su sexenio.

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