...pasa con el viento


Las flores sólo duran

pocos días perfumadas,

el viento las deja

traicionadas




Sin ti

Ya han pasado más de tres días y no dejo de pensarla, de recordar su valentía, su escandalosa inocencia. No puedo, en contraparte, borrar la imagen de su cuerpo macilento postrado en la cama blanca de un blanco hospital de Miami. En ese camastro su cuerpo no fue más que el bagazo de la que para nosotros era un fruto multisabor.

Quédate

La recuerdo a solas. Más suave que nunca su voz escapa del ordenador; su tímido susurro recorre las paredes y se filtra por detrás de las cortinas, imponiéndose sutilmente en cada rincón de mi alcoba. Si antes sus tonadas solían ponerme nostálgico, ahora me provocan una profunda desazón.

Casi

La familia de mi madre carga en su paquete genético una marcada predisposición a padecer el cáncer. Su abuela materna, su propia madre, algunas tías, varias primas y sobrinas han sucumbido ante esa enfermedad, muy pocas se han recuperado tras una larga y dolorosa batalla. De todas ellas, sólo mi bisabuela rebasó los treinta y cinco años antes de enfrentarse al padecimiento.

Cuerpo y alma

Apenas era una niña cuando aprendió a tocar el violín y la guitarra, estudió Filosofía y Literatura, se desempeñó como azafata e instructora de natación antes de dedicarse profesionalmente a la música. Tenía treinta y un años cuando conoció su enfermedad y a partir de entonces dedicó sus esfuerzos a promover la detección temprana. En 2004 recibió el Grammy latino por el mejor álbum de cantautor; parecía entonces que le había ganado la guerra a la enfermedad.

De repente

Mi hermana contaba veintitrés años el día que regresó del hospital con el rostro descompuesto. Traía a mi sobrino de cuatro años tomado de una mano y en la otra una fuerte sospecha en la forma de una hoja blanca; era la orden del médico para practicarse los estudios del cáncer de mama. Dados los antecedentes familiares, había que descartar cualquier posibilidad. Nuestra familia vivió en la zozobra un mes entero antes de conocer el resultado definitivo.

En esta noche

Más allá de mi ventana la gente y los coches van de un lado a otro tan aprisa como pueden. A la distancia parece que nadie tuviera preocupaciones. Kathya abre la puerta, me pide que cambie de música y que vaya a la sala a ver una comedia romántica en la televisión. No quiero confesarle en qué pensaba. A la habitación la inunda un silencio abrumador. La Luna llena asciende en el sureste; tan bella, tan viva, tan blanca y tan entera, tan sola en esta noche, no será lo suficientemente admirada antes de morir... mañana.




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