Amarga Navidad para Theophilus


En noviembre, su padre le había enviado dos cartas en las que le reprochaba no sólo el haber descuidado a su madre, muerta finalmente en Paris, sino también las deudas que su estancia en Mannheim a él le estaban generando. Contestó en diciembre y de manera muy breve expresó su ruptura con el padre, pero se vio obligado a volver a la ciudad natal. Sin embargo antes de regresar al yugo paterno su corazón le dio un último pulso de esperanza y decidió desviar su ruta.

Llegó a Munich el 25 de diciembre de 1778, con sus Sonatas recién impresas en Paris; su único deseo era ver otra vez a Aloysia Weber, la dulce mujercita que conociera al inicio de ese año y que se había convertido en el amor de su vida, una relación condenada por los padres de él. Estaba, esta vez, decidido a casarse con ella.

Dicen que vestía el luto según la moda francesa, un traje rojo con botones negros, esa Navidad, y que sus cabellos, de los que se sentía orgulloso, se acomodaban sobre sus solapas como delicados hilos de oro. Los Weber lo recibieron con el mismo afecto que lo habían despedido en el verano; todos menos Aloysia, que se había convertido en Munich, en unas cuantas semanas, en una prima donna que no quería saber nada de un músico de segunda clase y sin ingresos fijos.

Algunos dicen que Wolfgang se sentó entonces ante el clave y cantó, exagerando la voz, "Dejo de buen grado a la joven que no me quiere", pero lo más probable es que haya ironizado, como solía hacerlo ante los momentos desagradables y que, como aseguran otros, entonase una canción popular cuyas palabras decían: "Aquella que no me ama, puede lamerme el culo".


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