Pero yo y los míos...


Ahora sí se va a acabar el mundo. Como que se están viendo cosas que uno nunca hubiera anticipado. A Hulk lo invitaron a impartir un taller de redacción a un grupo del Curso Introductorio para Seminaristas de las Diócesis de Ciudad Victoria, Tampico y Ciudad Valles. Cosa curiosa, el gruñón aceptó, aunque hubo de retorcerse cada que escuchaba las oraciones, cánticos y latinajos antes y después de la comida. Toda una aventura, créanlo. Ya ven ustedes que algunos lo han tachado de provocador, pues nada de eso, vimos esta semana a un Hulk muy domesticado. Esos momentos inevitables de la contraposición de credos fueron más bien duelos de no poder a no poder, en la mayoría de los casos. Vaya, que hasta el rabioso Hulk aprendió algo de sí mismo en estos pocos días: el silencio de los monjes no es lo que él llamaría un sacrificio.



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