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ENTONCES ME DIO UN POCO DE PENA y miré a mi vecina de la mesa con más detenimiento. Era delgada, un poco más alta que yo y tenía ojos grandes, uno de color verde y el otro violeta. Y no sólo eso. El ojo verde parecía verme a mí y al mundo más deprisa que el ojo derecho, el violeta. Hasta juraría que el verde veía el mundo un instante antes de nuestro "ahora", y el violeta un instante después. Se retrasaba respecto al ojo verde justo por ese "ahora". Eso me perturbó, porque si el ojo violeta de la princesa se demoraba respecto del presente y el ojo verde se adelantaba a través del futuro no había manera de que la princesa pudiera verme porque yo habitaba el presente. Sólo podía ver un "otro" yo mío. Y era obvio que me veía. ¿A quién estaba viendo sentado junto a ella en la "Casa pintada con té"?
Siete pecados capitales
Milorad Pavic´. 2a edición.
Editorial Sexto piso. México. 2007. 128 pp.

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