Lo indecible


No debería escribir esto, pero se lo debo a un público angustiado juar juar juar.

Tantas relatorías de hechos funestos obligan a contar también lo bueno, aunque esto suceda muy de vez en cuando. En el pasado sentí tanto miedo cuando las buenas rachas se alargaban; ahora me empiezo a acostumbrar. Estoy considerando -y esto es muy serio- comprar un número de lotería.

Un sutil cambio de vida y ¡zaz!, lleno de noticias buenas:

1. El tercer semestre en esta nueva escuela trajo por fin el éxito (exitazo académico: tres primeros y cuatro segundos lugares a nivel estatal. Después del segundo ya es mediocridad).

2. Me siguen llegando invitaciones. La mayoría se empolvan, como las otras, pero... Un agradecimiento del tamaño de mi soberbia a los amigos que todavía me toman en cuenta.

3. Terminé por fin la novela y, aunque no debiera, pienso que me quedó no del todo despreciable.

4. El reencuentro con los viejos amigos, aquellos a los que no debí abandonar.

5. El reencuentro con las viejas amigas, a quienes -lo juro- no abandonaré jamás.

6. El reencuentro con los viejos hábitos, a los que alguna vez renuncié.

7. Los amigos nuevos, las nuevas ocupaciones, las otras responsabilidades.

8. Y claro, al fin -o tal vez al principio de todo- ella me volvió a encontrar.

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