Perros de agua


Liliana V. Blum, reconocida escritora originaria de Durango, pero establecida hace ya bastantes años en la ciudad y puerto de Tampico, fue en 2006 la ganadora del Concurso Regional de Cuento Juan B. Tijerina; ese mismo año se hizo merecedora del galardón Kwitol Ínik, que otorga el ayuntamiento tampiqueño.

El Kwitol Ínik le dio a Liliana la oportunidad de proponer un proyecto cultural y recibir un apoyo para concretarlo, dicho proyecto se llevaría a cabo en 2007. Liliana, en vez de promover un proyecto de Liliana Blum, sobre Liliana Blum, prologado por Liliana Blum y dedicado a Liliana Blum, como muy acertadamente (aunque demasiado tarde) opinó Ramón Mier, es decir su marido, optó por realizar, junto a Sara Uribe (otra multipremiada escritora joven, poeta en este caso, que sin haber nacido en Tampico ha hecho bastante por las letras de allá), una muestra de nuevas voces del sur de Tamaulipas con la que habían venido soñando.
Conocí personalmente a Liliana aquí, en este sucio agujero, el día de la premiación del Juan B. Tijerina. Ya había leído algo de ella en la antología Jóvenes Creadores, Generación 2004-2005 (CONACULTA/FONCA-2005) y en su bitácora personal. En esos días compartíamos la responsabilidad de evaluar los trabajos de un concurso de literatura y, como lo expresé en aquella ocasión, me cayó muy bien. Supongo que yo también le caí bien a Liliana (y tal vez también le caiga bien a Sara, quien aún no me conoce en persona), de lo contrario no encuentro razones valederas para que me hayan invitado a participar en esa muestra (ellas, gentilmente, intentaron exponerme sus criterios de selección, aunque a mí no me engañan: sé que lo debo a su buen corazón).
Y es que, haciendo a un lado la discontinua -si bien la mayoría de las veces encaminada al abismo- calidad de mis textos, la intención primera de Liliana y de Sara era conjuntar una muestra del trabajo de jóvenes escritores tamaulipecos de la región sur (la que yo ubico debajo del Trópico de Cáncer). En cuanto a la edad, puede salvarme el que hayan considerado el mismo límite que fija el CONACULTA en los concursos de literatura joven (35 años), pero en lo geográfico nadie relaciona este sucio agujero con el sur sino con el centro del estado. Interrogada al respecto, con las fronteras podemos ser flexibles, dijo Sara, y puede que tenga razón porque, en más de un sentido, del Bravo para abajo todo puede ser llamado Sur.
Y he aquí que el proceso está llegando a su conclusión. De los convocados, asimilados los criterios de selección unos aceptaron y otros no; al final el libro, que llevará por nombre Perros de agua: nuevas voces del sur de Tamaulipas, y que reúne textos de diez decisivos escritores jóvenes de poesía, narrativa y dramaturgia (esto en palabras de Sara Uribe), se encuentra en los talleres de la Editorial Miguel Ángel Porrúa y estará en manos de sus compiladoras a partir de noviembre, para ser distribuido en todo el país. Sara y Liliana consiguieron que lo prologara otra multipremiada escritora tamaulipeca (ésta sí de nacimiento): Cristina Rivera Garza. La maestra subió parte de ese prólogo a la red el martes, así que ya se puede ver la indiscutible calidad que lucirá ese volumen, al menos en sus primeras páginas.
Felicidades a Liliana y a Sara. Felicitaciones también para los antologados (a quienes no menciono aquí porque todo esto está adquiriendo tintes de fiesta sorpresa).

Comentarios

Entradas populares