No a la música chatarra


Hace dos meses sabía que en octubre iba a volver a Durango. Hace dos meses dijeron que un tal Serrat y un Sabina compartirían escenario y canciones ahí. Hace más o menos un mes me confirmó Chuy Marín que la cita es la noche del veinitrés, poco después de las ocho. Hace todo ese tiempo que dije que sí.
Hace dos días me enteré de que esos pájaros de cuenta estarán también en Monterrey. (Y cómo no, si esa ciudad ha impuesto récord en espectáculos). En la Arena Monterrey el concierto es el diecinueve (aunque yo tengo plantado en la cabeza que es el 20). La noche del veintiuno el desfiguro será en Saltillo. Y de ahí a Durango, a la IV Centenario, donde -me dicen- habrá unas cuantas butacas de mil pesos para las señoras encopetadas y miles de localidades gratuitas para el infeliciaje *, es decir nosotros.
Hace dos meses y días que espero a ver cómo se detienen las aves y los aviones en el cielo mientras suenan las rolas del flaco de Úbeda; confirmar lo que dice Jesús Marín. Hace todo ese tiempo que estoy planeando este viaje. Y para ponerme a tono digo: a esta flecha nada la detiene.
* Ya sé que esta palabra no está en el DRAE, pero no es un invento mío.
Quizá sí su grafía, pues hay quienes prefieren la forma "infelizaje"
que, creo yo, diluye la carga irónica del término.

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