Una nota de 2004

Margarito Ledesma, humorista


Hace pocos días, mi amigo Indalecio Salgado me obsequió un ejemplar de Poesías, obra de Margarito Ledesma reeditada en 1999 por el gobierno de Comonfort. En la carta que acompañaba al regalo, el maestro Salgado señalaba con insistencia el escaso valor artístico de la obra y, en cambio, su importancia en el folclor de aquella región guanajuatense. Debo reconocer que me he llevado una sorpresa.

“El humilde poeta Margarito”, como él mismo se hacía llamar, el “humorista involuntario”, según reza en la portada del libro, un hombre de “escasísima cultura y llegando a veces hasta las lindes de lo grotesco y lo ridículo”, según lo califica Leobino Zabala en su Explicación a la edición de 1920, “un hombre de buena voluntad y muy caritativo y muy alegador, que desfiende mucho al pueblo desvalido y quiere mucho a esta población y, además, es mi compadre muy estimado”, según declara (“su inútil y S. S.”) Melitón Palomares, en el Prólogo de esa misma edición; era un tipo hábil para la composición de historias rimadas, habilidad que le ganó admiradores en la población de Chamacuero (hoy, simplemente Comonfort), pero también muchos rencores, sea por su personalidad (muy alegador, pero enemigo de los golpes y, además, poco hábil para la lucha) o por las indiscreciones que Margarito cometía en sus “hermosas poesías”. Los primeros ayudaron a corregirlas, los segundos infundieron en Margarito la urgencia de ver publicados sus textos “para tener el gusto de refregárselos en la cara a los envidiosos de su pueblo”.

Los únicos amigos que Margarito conoció en Chamacuero (porque salió de ahí sólo en dos ocasiones: un viaje a Celaya y otro a San Juan de los Lagos) ayudaron, a su manera, en la corrección de las composiciones, la mayoría de las veces con resultados desafortunados. En muchas ocasiones, el poeta aceptaba las modificaciones con desagrado, así que incluía un pie de página para explicar los motivos de tales cambios para agradecer al corrector o bien, para desembarazarse de cualquier responsabilidad. Es precisamente en estas notas y aclaraciones donde radica el valor humorístico de la obra, pues evidencian al ingenuo e ignorante Margarito Ledesma, un provinciano maduro asombrado ante las personas, trámites y modas ajenas a su “hermosa tierra que lo vio nacer y donde vio la luz primera”. Así lo demuestra el texto Giros Costales, donde Ledesma refiere la vez que conoció el procedimiento para enviar dinero en “un costalito de manta (...) que cosieron y amarraron (...) y le pusieron sellos de cera redetida” para luego teorizar que ese nombre lo han hecho genérico a todo tipo de embalaje “para no decirles giros cubiertales o giros sobrales” cuando se utilicen sobres convencionales o cubiertas plásticas en vez de los dichosos costalitos.

No obstante, hay en el libro de Margarito un tufo a ironía que me hace desconfiar. Se ha hecho hincapié en señalarlo como el hombre inculto e inocente y en muchas de sus composiciones esto queda ampliamente demostrado, pero aquí y allá surgen destellos que hacen dudar de tal candidez y de pronto parece que “el humilde poeta Margarito” estuviera jugando con sus lectores, fingiendo ignorancia sobre un asunto que éstos conocen de sobra y del cual él derrocha detalles para que no quede duda de su reconocida “ingenuidad”.

Aunque Margarito Ledesma desapareció de Chamacuero sin ver publicado su libro y jamás se volvió a tener noticia de su destino, esta decimonovena edición es, como la primera, un canto permanente a su tierra, la que, aseguraba, era Cuna de la Independencia Nacional y no Dolores como nos han dicho. Según él, durante una tamalada junto al río de La Laja, fiesta a la que Don Miguel Hidalgo acudió para distraerse, sólo de ver cómo el agua “corría LIBRE y sin resistencia”, al entonces padre de Dolores y futuro Padre de la Patria le surgieron las ideas independentistas.

Para no hablar más, reproduzco en seguida Puras Mentiras y A Mario Talavera, sin olvidar las notas aclaratorias que, como he dicho, son la mejor parte del libro.

PURAS MENTIRAS

Estuvo aquí de visita,
en casa de don Joaquín,
un señor medio catrín
de bastón y de levita.

Dicen que era un preceptor
de la propia capital,
y le cuadraba el mezcal
y, si había pulque... mejor.

Traía tamaña leontina
y un reló quesque de plata.
yo creo que era de hojelata
y no de lámina fina.

También portaba unos lentes
que abajo tenían arquitos,
para mirar a las gentes
y para ler los escritos.

Me explicó Pancho la Puerca
son lentes de dos reflejos:
uno para ver de lejos
y otro para ver de cerca.

Y, según me dio a entender
con palabras provechosas,
lo de arriba es para cosas,
lo de abajo para ler.

Y el que los trai no se priva,
pues sólo tiene el trabajo
de alzar los ojos pa arriba
o de bajarlos pa abajo.

También usaba un bastón
que adentro traía un paraguas,

y él decía que en tiempo de aguas
nomás le daba el sacón.

Era un hombre muy chocoso,
muy tieso, muy estirado,
que me caía muy pesado
y que era muy mentiroso.

Pues, muy cruzado de pierna,
se soltaba miente y miente
y hasta espantaba a la gente
al platicar de un tal Berna.

Decía que Berna era oriundo*
y de tantas garantías,
que le dio la vuelta al mundo
en menos de ochenta días.

Y que era un hombre tan probo,
tan vivo y de tantas ganas,
que anduvo cinco semanas
trepado arriba de un globo.

Y casi sin descansar
ni darse ningunas treguas,
caminó veinte mil leguas
sumido abajo del mar.

Y contaba algo más grave:
que sin alas ni otras trazas,
volaba cual si fuera ave
por encima de las casas.

Y, cual Judas Iscariote,
quería, sin razón alguna,
con un cañón muy grandote
darle un balazo a la Luna.

¿Qué les parece? ¡Caray!
Hay que quitarse el sombrero,
pues salió más embustero
que don Lencho Garibay.

Lo que no entendí muy bien,
porque no hablaba a las claras,
si fue el mismo Berna o quién
el que hizo cosas tan raras.

Mas, sea el que serse, no cuela,
y aunque sean buenas sus miras,
ese montón de mentiras
no se las cree ni su abuela.

NOTA.- La verdad es que, por pura pena y por ser un hombre tan raro y tan chocoso, no me arresgué a preguntarle quién es ese mentao Berna del que nos contó tan grandes mentiras. Yo tanteo que se trata de mi compadre. Bernabé Contreras, al que todos le decimos Berna por puro cariño y porque es un amigo muy cabal y muy parejo y que hace como unos cinco años que se fue para Cholula, donde espero en Dios que viva todavía, pues no ha sido bueno para mandarnos un recadito o siquiera unas saludes con alguien. Y creo que pueda ser él porque no hay por aquí otra persona a quien le dígamos don Berna y porque, además, mi susodicho compadre era muy ingenioso y le gustaba mucho hacer inventos, pues no se me olvida que una vez nos enseñó a agarrar ratones con una cazuela bocabajo y un tejamanil con carne en la punta y, además, porque muchas veces llegó a decirme que tenía muchas ganas de conocer el mar y de andar mar adentro (fíjense, mar adentro), y una vez que unos cirqueros echaron aquí un globo, hasta pagaba porque lo dejaran subir, aunque fuera amarrado del trapecio, y siempre andaba diciendo que qué bonito se sentiría poder volar como los zopilotes y que qué bonito conocer todo el mundo. Voy a ver si puedo indagar su dirección para escribirle y darle a saber lo que ese hombre nos vino a contar aquí, para que nos diga si es cierto y ni no, para que no lo ande descreditando con esas mentiras que ni que fuéramos chiquitos y que hasta puede pensar la gente que él es el que le dice que las cuente para hacerlo quedar bien. Pero, pensándolo bien, mejor no le escribo porque, como ni más hemos vuelto a tener razón de él desde que se fue para Cholula, a poco ya se murió y hasta la estampilla pierdo. No, mejor no le escribo.


OTRA NOTA.- Oriundo es la persona que le gusta andar mucho y que nomás anda de allá para acá y que no le gusta estar en su casa, sino ande y ande por todas partes. Esto lo supe por el Padre Olguín porque una vez, platicando de un señor que estuvo por aquí una temporadita y luego se fue y después volvió a venir y luego volvió a irse y de nuevo volvió a venir y otra vez se fue de nuevo, me dijo que ese señor parecía oriundo de aquí, pues nomás andaba yendo y viniendo y conforme se desaparecía se volvía a aparecer otra vez. Se los digo porque es fácil que algunos no sepan lo que quise decir y hasta vayan a pensarse que quién sabe qué sería lo que quise decir.



NOTA DEL EDITOR.- Yo creo que a Don Margarito le pasó en este caso lo mismo que cuando asistió a la corrida de Silveti, o sea, que no vio ni oyó bien de qué se trataba, y a eso se debe que haya confundido a Julio Verne, de quien seguramente estuvo hablando el “preceptor”, con su compadre Berna; trocando así los conceptos e interpretándolos a su modo.



A MARIO TALAVERA

Dice la gente que a Churchíl Wistón
le dieron por allá un premio Nobél,
porque ha escrito novelas a granel
y las sigue escribiendo de a montón.

Y si a Churchíl, allá por sus terrenos,
le dieron ese premio que les digo,
a Mario, que es de acá y es más amigo,
le tenemos que dar dos, por lo menos.

Porque si aquel señor, por sus novelas,
le dieron por allá un premio Nobél,
a MARIO, sin andar con pretensiones,
es justo que le den en San Miguel
un premio Cancionél por sus canciones,
y por sus cuentos, un premio Cuentél.

Y hasta se me hace poco lo que digo,
pues muy justo y legal yo considero
le den otro de ser muy buen amigo
y otro, además, por ser muy buen torero.

Y así verán en los Estados Unidos,
o donde dichos premios estén dando,
que no estamos aquí tan sumergidos
y los damos también de cuando en cuando.



De ese tamaño es la inocencia o la ironía de Margarito, uno puede formarse ideas contradictorias, lo que es inevitable es la sonrisa que nos arranca casi con descaro.

Poesías. Ledesma, Margarito. 19ª Edición. Gobierno Municipal de Comonfort. México, 1999.

Comentarios

Unknown dijo…
Gran sorpresa me he llevado, al encontrar este espacio dedicado al gran poeta Margarito.
Grande por la muestra que nos da del pensar y del decir de la gente antigua de su pueblo.
Yo conocí su obra a través de mi esposo, que mientras quería ser mi novio me recitaba sus versos haciéndome reír de lo increíbles, luego con gran asombro me enteré, que existen y son risibles.
Jajaja, ahora vivo en Comonfort y créanme que donde y con quienes puedo, promuevo a este humorista involuntario, que vaya que he sido yo la causante de que se le hayan vendido ya más de 20 libros al profe Indalecio (unos los he comprado yo y otros mis amigos).
Gracias por este espacio cedido a él, gracias por mencionar al Profe Indalecio Salgado Urióstegui, hombre trabajador y buen amigo.
Les dejo un saludo. Su amiga: Tony López (una regia en Comonfort)
Hulk dijo…
Gracias, María Antonia.

Margarito Ledesma es más famoso de lo que alguna vez supuse. El otro día, según supe, le hicieron un homenaje en el Congreso.
Y en el Consulado de México en Brownsville, más de un agregado cultural sabe de sus "bellas poesías".
La generosidad del profesor Indalecio, por otro lado, es uno de los recuerdos más atesorados de Comonfort.

Abrazos.

Entradas populares